Álvaro, el socio activo más antiguo (el Nº 006), viene diciendo desde Semana Santa que ya estábamos en Navidad. Y tenía razón. En un abrir y cerrar de ojos, la Nochebuena está aquí. Por lo tanto, toca publicar el blog de diciembre. Todos los años me resulta el más difícil. De nutrición no puedo hablar, pues nadie pondría en práctica los consejos en las comilonas de Navidad. Y en estas épocas, tampoco están los ánimos para un ladrillo demasiado técnico.
El año pasado les conté un poco de mi vida y cómo fue mi progresión en el fitness. Mis fotos de chaval fueron todo un éxito. Esta vez os contaré por qué existe el SOHO y por qué es como es.
Durante 23 años, entrené como cliente en una docena de gimnasios. Nunca pretendí ser un émulo de Arnold. Siempre entrené por cuestiones de estética y salud: “Fitness” se llama en el mundillo.
Para juntar un poco de dinero mientras estudiaba, empecé a hacer mis pinitos como modelo. Como no llegaba al 1,87m que requería la pasarela elegante, vi un filón en la fotografía publicitaria de bañadores, ropa interior e indumentaria deportiva y hacia ese objetivo focalicé mis esfuerzos en el gym, aunque después terminé haciendo hasta anuncios de Teletienda, Anís del Mono, Mitsubishi, portadas de revistas, etc., e incluso un montón desfiles de venta para Adidas, Arena, Nike y muchos más.
Aquí os muestro un Jose para vosotros desconocido.
Pero fue más adelante, en mi sacrificada etapa como Personal Trainer de modelos (chicas), cuando tuve la oportunidad de experimentar cómo se entrena en quizás más de 50 gimnasios distintos. Si mis clientas tenían desfile de ventas en el NH Plaza Castilla, por decir algo, yo localizaba el gimnasio más cercano para entrenar. No les importaba mucho si era grande o pequeño, lujoso o cutre, pero sí cercano, para volver rápido al trabajo. Así, pude probar y analizar gimnasios de todo pelaje y condición. Inevitablemente empecé a fantasear con cómo sería el gimnasio en donde a mí me hubiese gustado entrenar… y pensar en quizás alguna vez montarlo.
Entrenamos en gimnasios llenos de culturistas, ataviados con camisetas de tirantes que compraron a los 14 años, dentro de las cuales crecieron a base de esteroides y donde estaba mal visto coger una mancuerna de menos de 30Kg. Estuvimos en otros de ambiente fashion, donde era obligado llevar el último modelito combinado de sudadera, camiseta, pantalón, calcetines y zapatillas, a juego. Estas atmósferas tan cerradas y excluyentes imponen un poco cuando no se es afín. Mi gimnasio ideal, tendría un ambiente en donde nadie se sentiría incómodo.
Estuvimos, también, en unos cuantos de estilo macarra, donde encontramos gente entrenando sin camiseta y en chanclas, con respaldos y asientos sudados y donde podía perder 15 minutos buscando una de las mancuernas del par de 3kg, que todos los días estaba en un lugar distinto. Con un poco de buena voluntad, pensaba yo, todo el mundo podría usar una toalla y ordenar el material después de usarlo.
De tanto ir y venir, llegué a odiar entrenar en sótanos. Me deprimen los tubos fluorescentes. Por muchos espejos que pongan para disimular, me sentía agobiado. ¿Por qué no un gimnasio iluminado con luz natural?
Tampoco me gustaban los locales laberínticos, llenos de recovecos. Los techos deberían ser altos y el local diáfano y bien ventilado. Estas características provocarían más roce social entre los socios, haciendo más agradable la estancia y también un mayor control del monitor, que dominaría toda la sala de un solo vistazo.
Y por supuesto, también entrenamos en la última tendencia en España, los macrogimnasios, unos sitios gigantes y lujosos pero fríos e impersonales, donde los monitores no saben tu nombre y mucho menos tus lesiones o tu objetivo. Reparten rutinas estándar, de 4 o 5 que tienen hechas y a la segunda vez que preguntas cómo se hace un ejercicio ya te miran con mala cara. Tienen una oferta de clases abrumadora, pero deberías tener 3 vidas simultáneas para aprovecharlas a todas.
Por mi formación como Entrenador Personal siempre he sido muy escéptico con las clases colectivas. Nunca entendí cómo conseguirán resultados 20 personas con objetivos distintos, haciendo todas lo mismo. Por eso, en mi gimnasio ideal, cada persona entrenaría como si tuviera su propio Personal Trainer, pero sin tener que pagar 40€ la hora.
Con todos estos ingredientes ya tenía en mi cabeza cómo sería mi gimnasio ideal. Cuando mi etapa como Creativo Publicitario llegaba a su fin, decidí que lo convertiría en realidad. Pero me faltaba un nombre. Eso está chupado, pensé, que para eso llevo 7 años pensando nombres, slogans y campañas publicitarias de radio, prensa y TV. Pero pensar para uno es difícil, así que reuní después del trabajo a los otros creativos de mi agencia, con la excusa de tomarnos unas cervezas por mi despedida.
Pero llevar a Carls y Berg como invitados estrella, no fue una buena idea. Tras varias horas de intentar un Brain Storming, una técnica creativa que consiste en tirar ideas sin pensar, para inspirar otras, el resultado fue un caos donde nadie podía parar de reír y el nombre más serio que se les ocurrió fue “Gym Morrison”. Gracioso, sí, pero ni siquiera original, pues imitaba una idea genial para una empresa de catering para cine y publicidad que se llama “Catering Hepburn”: http://www.cateringherburn.es.visualnet.com. Además, ¡en este caso no tenía nada que ver con el ramo!
¿Y por qué SOHO? Cuando visité Nueva York en 2005, leí la historia de uno de sus barrios, el Soho. En principio era un barrio periférico y allí se instalaron harineras, herrerías, tenerías, etc. Cuando la ciudad empezó a crecer, los alquileres aumentaron y esas industrias incipientes buscaron sitios más alejados y baratos. A esos locales amplios y diáfanos se mudaron artistas con sus talleres, donde también vivían, siendo el inicio del fenómeno Loft. Como el local del gym es alto y diáfano, y las máquinas le dan un cierto aire industrial, me pareció un buen nombre, aparte de que me gusta cómo suena.
En febrero de 2006 dejé la agencia de publicidad y en enero de 2007 el gym donde a mí me hubiese gustado entrenar abrió sus puertas. Por supuesto eso no quiere decir que guste a todos. Ya lo dijo J.F.Kennedy: “No existe una fórmula para el éxito, pero sí una para el fracaso: Intentar agradar a todo el mundo”. Todos los tipos de gimnasio son muy respetables y de hecho cada uno tiene su público. Pero mientras otras 180 personas piensen como yo, me siento feliz.
Lo importante es estar en el gimnasio que se adecue a vuestras necesidades. Me cuesta imaginar a Don Andrés, por ejemplo, que a sus 82 años no se perdió ni un día desde que abrí, en un macrogym. Recuerdo como si fuera ayer cuando se asomó a la puerta del SOHO, preguntándome si él podía entrenar aquí. Con una muleta en una mano, un bastón en la otra y arrastrando los pies, no podía sortear el minúsculo escalón de la entrada. A los 3 días, vino sólo con el bastón y al 5º, se lo olvidó en el gym.
Pero mucho más importante que su mejora física fue la psicológica. Estaba un poco deprimido y el entrenamiento le dio una razón para levantarse por las mañanas, conoció gente que le da charla y lo saluda al cruzárselo en el banco de la esquina. Cómo estará de contento que cada día a las 8:45 me está esperando a que abra el SOHO. Cuando llega tarde, le echo la bronca. Si le dais la oportunidad, tirándole apenas de la lengua os contará la historia completa. Todas las veces que haga falta.
Tampoco Jose el Herculano hubiese sido aceptado en cualquier gym, ya que requería una atención especial. Llegó al SOHO siendo un retaco de 13 años y 90kg. Para los que dicen que el gym es perjudicial para el crecimiento de los niños, ahí lo tenéis hoy con su 1,80 de esbelta figura. Y seguirá creciendo.
Sólo son dos casos de los muchos que consiguieron resultados espectaculares, que me hacen incluso más feliz que a ellos mismos. El SOHO fue una locura idealista. Que yo sepa no hay otro gimnasio parecido. Los conceptos nuevos son muy arriesgados, porque corren el riesgo de no ser entendidos y fracasar. A punto de cumplir los 4 años abierto, quiero aprovechar esta época para ponerme un poco sentimental y agradecer a todos vosotros la confianza por haber elegido “nuestro” gym para entrenar.
Y a todos aquellos que no habéis sido constantes o por cualquier causa no conseguisteis vuestros objetivos, os espero. ¿Qué mejor momento para decir eso de Año Nuevo, vida nueva?
Happy SOHO year para todos.
http://www.sohofitnessclub.com
lunes, 20 de diciembre de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)