Pero mucho más importante aún, es saber hasta qué punto el descanso condiciona nuestra calidad de vida. Dormir menos de 6 horas al día puede afectar seriamente la coordinación, el tiempo de reacción, el buen juicio y la salud. Una persona que conduce, después de haber estado despierto durante 18 o 19 horas, lo hace peor que alguien con el límite legal de alcohol en sangre.
Cuando no dormimos, el sistema nervioso se vuelve más activo, no permitiendo al páncreas producir la cantidad adecuada de insulina. Durante un experimento sobre la falta de sueño, jóvenes saludables sin factores de riesgo, entraban en un estado pre-diabético, en una semana.
Las sospechas sobre la conexión con la obesidad, se deben a que la mayor parte de la hormona de crecimiento es segregada durante la primera fase profunda del sueño. A medida que envejecemos, naturalmente dormimos menos en esa fase, lo que reduce la secreción. Pero cuando falta sueño a edades tempranas, podría reducirse prematuramente, acelerando el proceso de acumulación de grasa. Dormir insuficientemente también afecta la producción de la hormona Leptina, que es la responsable de decirle al cuerpo que ya no necesita más comida.
También se relaciona este problema con el debilitamiento del sistema inmune, afectando a la cantidad de glóbulos blancos en la sangre, con el resultado de más resfriados, al no poder el cuerpo pelear eficientemente con las infecciones.
Otras evidencias apuntan, incluso, que incrementa el riesgo de cáncer, especialmente el de mama. La luz nocturna podría alterar la producción de melatonina, segregada a partir de la puesta del sol, cuando el cuerpo percibe la oscuridad, desencadenando un aumento en la producción de estrógenos, un conocido factor de riesgo para el cáncer de mama.
El estrés al que sometemos al cuerpo cuando no lo dejamos descansar, provoca picos en los niveles de cortisol. Esto puede producir un endurecimiento de las arterias, con el consiguiente riesgo de ataques al corazón, además de pérdida de tono muscular, más acumulación de grasa, pérdida de densidad ósea, depresión, hipertensión, resistencia a la insulina, y disminución en la producción de la hormona del crecimiento y la testosterona.
La falta de sueño también causa la disminución de los neurotransmisores que se encargan de regular el humor, por lo que produce una mayor irritabilidad y tendencia a la depresión.
Para saber si necesitáis más horas de sueño, haced la siguiente prueba: Si durante el día sois capaces de tumbaros y conciliar el sueño antes de 10 minutos, la respuesta es afirmativa. Se estima que lo ideal es dormir 8 horas y 15 minutos. Si os falta una hora, podéis recuperarla con otra, siempre que no pasen demasiados días. Pero si el déficit es de cientos de horas, según las últimas investigaciones, sólo podréis recuperar 17.
Para aseguraros un buen dormir, evitad actividades que requieran una profunda concentración, programas de televisión que eleven la adrenalina y comidas muy copiosas, antes de ir a la cama. Y, por favor, evitad las pastillas para dormir. No sólo son adictivas, sino que os despertaréis como un boxeador que acaba de recibir un directo al mentón.
Parece que el sofá no era tan malo como parecía. Aquí os dejo el anuncio compañero de campaña de aquel, con sugerencias sobre cómo perder la barriga cervecera: http://www.youtube.com/watch?v=wHlvKQwZFSI
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Fuente: The Body Sculpting Bible for Men by James Villepigue and Hugo Rivera.